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Friday, June 22, 2007

Venganza 2

Titulo : Venganza
Título del Capitulo : Esto es solo el comienzo
Autora : Algodon de Azucar
Serie : Tenis no Oujisama
Pareja : Tezuka Kunimitsu y Fuji Syusuke
Status : Completo
Número de Palabras : 5,153
Advertencia : Muerte de un personaje.

Había regresado a casa con el paso tranquilo y una enorme satisfacción que se reflejaba en sus hermosos labios con una bella, amable y mentirosa sonrisa, mentirosa por que ocultaba la verdad del sentimiento que reflejaba en si, aunque jamás lo diría, no, sus sonrisas debían de ser siempre las mismas.

Siempre.

Sonrió como siempre para encaminarse a un parque, los rayitos de sol que estaban anunciando ya la caída de la tarde en todo su esplendor, le daban la impresión de que era una de esas tardes dignas para pasar al parque, quizá comprarse algún dulce y sentarse en los columpios para ver el atardecer y sin perder la sonrisa, eso fue lo que hizo.

Se acercó a la heladería que estaba cerca de la entrada del parque, a ese local que siempre iba junto a Eiji cada que lo sonsacaba de comprar un helado juntos, sonrió para pedir a la chica de ahí, uno de sus favoritos, de Wasabi, aunque la chica lo miró extrañada, pero se quedó embobada con la sonrisa de Syusuke.

No era la primera vez que eso pasaba, adoraba ver como chicas y chicos por igual ponían esa carita de perrito abandonado en medio de la lluvia, sonrojados y ensoñados con él, aunque solo hubo una persona que no logró sacar una de esas miradas, más que después de haber intimidado lo suficiente como para que no hubiera riesgos.

Y ese era Tezuka Kunimitsu.

Con ese pensamiento en su cabecita, se sentó en el columpio dejando por cualquier parte su maleta, pero siempre a su vista, se sostenía con una de sus manos a la cadena que colgaba del columpio y con la otra se acercaba el frío contenido del barquillo, mientras con la punta de la lengua y con sus labios degustaba el sabor y sentía el frío que hacia insensible su boca.

Recordaba exactamente como le había conocido, aquella tarde de Primavera en el club de Tenis, el jovial y siempre respetado Tezuka en sus inicios, un novato cualquiera que comenzaba a sobresaltar entre todos los de su misma edad, colocándose en el rango de los más avanzados, era admirado, era respetado, era... casi alabado.

Eso al principio no le gustaba para nada, así que no intentaba llamar mucho la atención para así después dar el gran descubrimiento, opacando a Tezuka.

Lo primero sucedió, más lo segundo... jamás pasaría.

Tezuka se había convertido en lo más importante para SEIGAKU, era el pilar central del equipo, era el capitán, era la mano derecha de la profesora Sumire, y aunque él había logrado el titulo de Prodigio, definitivamente nunca había logrado alcanzar a Tezuka al grado de opacarlo.

Sonrió.

Los retos le enloquecían, y eso fue lo que pasó al final.

Al cabo de su segundo año, se dio cuenta de que a Tezuka, por más que se estirara, se esforzara, Tezuka seguía estando uno o dos pasos delante de él, y ahí sucedió.

Se obsesionó con superarle en cualquier cosa, en cualquier detalle, como fuera, quería superarle, quería hacerse dar a notar frente de Tezuka, ya que sentía que para Tezuka, el nombre de Syusuke Fuji, no era más que otro miembro más del equipo, importando poco o pasando por el mote de Prodigio que se había ganado gracias a su potencial.

Comenzó a sacar contra-ataques que eran completamente sorprendentes, el primero fue el Higuma Otoshi, creyendo que así captaría la atención de Tezuka, jamás lo logro, al parecer para él no era cosa de otro mundo el regresar cualquier tipo de remate, por más fuerte o acertado que estuviese.

El segundo fue el Tsubame Gaeshi, aquel golpe que no rebotaba, que lograba escuchar mientras jugaba, como todos se sorprendían, hasta sus compañeros de equipo le vanagloriaban, gritaban su nombre como si fuese un rey, Syusuke Fuji se convertía en eso, un Rey con la corona de ser invencible, sin derrotas, sin puntos débiles.

Pero Tezuka... Tezuka Kunimitsu era un Dios fuera de su reino, fuera de su alcance.

El tercero, que mostró cuando ya Ryoma estaba en el equipo, ahora que se sentía completamente opacado por otro enorme mounstro que venia a enterrarlo aun más, y quizá, lo peor de todo es que este nuevo chico prodigio de nivel de novato, estaba más en la mente y en el campo visual de Tezuka que él mismo.

Eso quizá le hizo sacar el tercer contra-ataque, Hakugei, aquel contra-ataque que era invencible, era completamente perfecto, era aquel que derrumbaría la barrera de Tezuka, y la sombra de Ryoma.

Pero aun así, no fue suficiente.

Se termino el helado pensando en todo lo que acababa de razonar, realmente recordar dolía, pero no lo había entendido hasta ese día, en el cual se enfrento oficialmente a Tezuka, cuando Ryoma ya se había ido a Estados Unidos, donde todos daban su mayor esfuerzo y todo volvía a ser casi igual como era antes de que el Príncipe apareciera.

-Es extraño... un Rey, un Príncipe, y ... nuestro Dios inalcanzable... –poso ambas manos en las dos cadenas del columpio para mecerse suavemente mirando hacia abajo, seguía pensando, seguía meditando.

Ese enfrentamiento fue el definitivo para darse cuenta de lo que en realidad pasaba, algo tan común, tan corriente y a la vez tan extraño y completamente insólito.

Mientras jugaba con él y veía como cada uno de sus contra-ataques eran derrotados con cierta facilidad por el Dios Tezuka, su interior comenzaba a sentirse caliente, se sentía desesperado, debía derrotarlo a como diera lugar, no había nada que deseara más en ese instante, no había nada en su mente, alma y corazón que no fuese...

“Derrotar a Tezuka Kunimitsu”.

Sin embargo no sucedió, pero logró descubrir algo que en verdad no sabia que existía, todo su potencial en el tenis, pensó que jamás lograría llegar al limite, pero llego al limite y frente a quien veía como el poderoso dios que jamás podría vencer.

Frustrado, agonizante por dentro, había llorado frente de él, era algo imperdonable, era algo que tuvo que exigir recompensa, sus lagrimas valían demasiado como para regalárselas... pero él era Tezuka, no era cualquiera sin embargo...

-FASH BACK-

La tarde había caído en la ciudad y sus pasos eran lentos, se había negado a que alguien lo acompañara, es más hasta le había negado a Tezuka su compañía para ir solo, en verdad esa derrota le había dolido más que nada.

Frunciendo el ceño, sin esa sonrisa característica, se acordó de la tarde aquella cuando Tezuka perdió contra él gracias a la lesión de su codo izquierdo, si no fuese por eso, seguramente hubiera perdido como lo acababa de hacer.

Se sentó en una banquita del parque para ver el cielo, aquel anaranjado atardecer que le daba una suave y reconfortante sonrisa melancólica que se poso en sus labios y se tatuó en su corazón.

De pronto sintió algo de frío en sus mejillas y al abrir sus labios se dio cuenta que sabían a sal, de nuevo estaba llorando, de nuevo estaba sintiendo esa sensación de derrota de que jamás lo alcanzaría, de que aunque se esforzará no podría vencerlo, ni siquiera pisarle los talones.

Suspirando para bajar su rostro entreabrió los ojos y se llevó una mano a sus mejillas que están semisonrojadas y húmedas por las lagrimas que corrían libres por su rostro blanco.

Sonrió irónico.

-Y eso ... que le dije que se sentía bien... suelo ser un mentiroso... –dijo bajito mientras su cabello hacia sombra en sus ojos y su mano se despegó de su blanco rostro para bajar lentamente a sus piernas, inclinando un poco el cuerpo hacia delante.

-Sabia que mentías... –una voz dura y firme se escuchó desde atrás, el castaño levantó sorprendido su rostro y después de un momento se giro completamente levantándose de su asiento de forma sobresaltada.

-¡Tezuka! –dijo con toda su sorpresa marcada en ese momento, para desviar la mirada hacia un lado, secándose las lagrimas ya descubiertas por los ojos avellana del Capitán.

-¿Por qué lloras? –pregunto el capitán acercándose a él, dejando su maleta junto a la Syusuke.

El castaño de ojos azules no respondió para semisonreir como siempre y voltear a verle con los ojos cerrados y esa sonrisa que a pesar de aparentar ser la de siempre, estaba teñida de tristeza y melancolía, era tan suave aquella mancha en el rostro de Syusuke que nadie se daría cuenta.

Nadie excepto Tezuka.

-Fuji...

-Dime –dijo con su sonrisa y ya con su tono de voz más calmado, como si no hubiera pasado nada.

El Capitán se acercó a él para tomar de ambas mejillas al castaño de sonrisa eterna y verle directamente a los ojos que se abrieron de sorpresa por aquel contacto.

Las manos de Tezuka eran cálidas, el olor del chico de lentes llegó a su olfato, embriagándolo completamente, haciéndole sentir en un mundo que ni el mismo sabia que existía, y se entregó a esa ensoñación, mirándole directamente a los ojos chocolate que le veían completamente concentrados detrás de esos dos cristales con aumento.

-No me gusta verte llorar... –confesó el Capitán del Equipo en un susurro que si fuera por la cercanía de ambos, Syusuke jamás lo hubiera logrado escuchar.

El ojiazul tragó en seco mientras miraba nervioso al otro chico más alto que él, se estaba acercando, demasiado... cada vez más, hasta que sucedió.

Su primer beso.

Los labios de Tezuka eran suaves, eran cálidos, eran como la fina seda y eran dulces, o quizá era de que en ese momento su corazón latía desenfrenado y todo le parecía tan irreal.

Aun con los ojos abiertos de la impresión, no hizo nada por apartarse, y aunque lo hubiera hecho, las manos en sus mejillas y el asombro no lo dejaban moverse demasiado, así que decidió seguir con aquel sentimiento, de nuevo esa sensación.

Cerró los ojos lentamente mientras se relajaba y pasaba una de sus manos sobre las de Tezuka para hacer más intimo el contacto que de pronto fue cortado por el castaño más alto para mirarlo a los ojos.

No se dijeron nada, no hubo palabras, solo sus ojos se encontraron, el azul eléctrico y profundo contra el café oscuro que brillaba con severidad y con algo extraño que Syusuke no supo descifrar, solo sintió que era lo mejor que podía haberle pasado.

Sonrió para robarle un beso fugaz de los labios y sentarse de nuevo en la banca del parque, mirando hacia otro lado, un poco sonrojado de las mejillas, debía aceptarlo, le encantó aquel beso, le había hecho sentir cosas que jamás creyó que sentiría alguna vez, una sensación entre nerviosismo y paz, que aquella derrota no valía la pena para llorar y que ahora se sentía completo.

Eso que le había sido arrebatado con la derrota, ahora era completamente llenado por aquel simple y delicado beso.

Tezuka por su parte se le quedó mirando desde su posición para sentarse a su lado y tomarle la mano delicadamente, besándole el torso de esta y al girarla, besarle la palma de esta con los ojos cerrados.

Syusuke pensó que moriría ante esa visión.

Quizá después de haberse obsesionado, haberse enloquecido por el reto que representaba Tezuka, ahora se daba cuenta que pasó a lo más profundo de todo, más allá de la locura, más allá de la obsesión... al amor.

-FIN DE FLASHBACK-

Sonrió de nuevo para subir su rostro hacia el horizonte anaranjado, los recuerdos aun golpeaban fuertemente su memoria, y la verdad, de cierta forma, dolían... dolía el saber que aquello que sintió, esa paz y esa ensoñación que le había sido regalada de un momento a otro le era arrebatada de nuevo.

Apretó las cadenas para después aflojar su agarre y deslizar lentamente sus manos por el frío metal, el cielo comenzaba a oscurecerse más y más, al parecer ya era muy tarde y seguro en casa su madre le estará esperando y Yuuta, que había dicho que iría a la casa, estaba esperándolo con el ceño fruncido.

Sonrió con diversión al imaginarse la escena.

Levantándose de su asiento para tomar su maleta y comenzar a caminar, su cabecita comenzaba a maquinar lo que seguía en su plan, y aunque seguía con la misma idea del principio, de que aunque se estuviese vengando de él, no dejaría de amarlo, algo le decía que no todo terminaría como él quería.

Sin embargo, no hizo caso.

Cuando llego a casa, se encontró con su madre que le dio lo que esperaba, un sermón de no llegar tarde por que era peligroso, Yuuta por su parte, solo estaba mirándolo con el ceño fruncido, Syusuke solo sonreía complacido, su familia era tan predecible algunas veces.

Con esa sonrisa eterna, cenó para subir a su recamara y dejar la maleta donde siempre y sentarse en su cama pulcramente arreglada, con su rostro en dirección a sus cactus, y sus ojos cerrados, seguía pensando en Tezuka, la primera vez que habían estado juntos en la intimidad.

-FLASH BACK-

Esa tarde, el Capitán había dado por terminadas las practicas más temprano que de costumbre y es que el día siguiente seria descanso completo por que las clases se habían suspendido.

Tezuka había decidido darles desde hoy el descanso para volver con un entrenamiento especial hecho por Inui que estaría encantado, seguramente.

-Es extraño que termines los entrenamientos tan pronto... –dijo la voz dulce y cariñosa del castaño de ojos azules mientras caminaba al lado de Tezuka.

-Merecen un descanso...

-Dirás, Merecemos... –corrigió con su sonrisa mientras tomaba la mano de Tezuka y este se giraba a verle, regalándole de esas esporádicas sonrisas.

Caminaron lentamente hasta la casa del prodigio y en la puerta, se detuvieron para verse a los ojos, el castaño más bajo, le rodeo el cuello con los brazos, exigiendo un beso demandante mientras que el de ojos avellana le rodeaba la cintura posesivamente y le regalaba aquello que era exigido.

Cuando el beso se rompió y ambos estaban algo sonrojados, Syusuke abrió los ojos y sonrió de forma extraña, Tezuka le miraba atento.

-No hay nadie en casa, y no llegarán hasta mañana en la tarde... quédate a dormir conmigo... –

Tezuka le apretó de las caderas, desde hace tiempo que buscaba la forma de estar con Syusuke a solas, quería tener una sesión de mimos con su actual novio, tenia esos deseos de sentir todo el cariño que le podía regalar aquel chico de ojos profundos.

Suspiró para cerrar sus ojos detrás de los cristales y le soltó para ver su reloj de pulso.

-Si me das permiso de hablar a casa, no traigo crédito en mi móvil... –pidió de manera elegante, serio, como solía ser siempre.

Syusuke le sonrió con los ojos cerrados para tomarle de la muñeca y entrar a la casa, encendiendo las luces para que hubiera algo de iluminación en el lugar, le dirigió al teléfono mientras entraba a la cocina para preparar algo para cenar ambos.

-Mamá, soy Kunimitsu... si, nos dejaron un trabajo en la escuela y lo voy a hacer con Fuji... si, hablaba a eso... no te preocupes, mañana no tenemos clases... si, mañana llego en la tarde... no te preocupes... nos vemos-

Cuando colgó el teléfono, sintió unos brazos que lo rodearon con cariño y unos labios que se posaron en su mejilla.

-Tu nunca mientes... me sorprendes... –susurro con suavidad

-Digamos que tiene parte de la verdad...- susurro suavecito para jalarlo sobre el sillón y hacer que cayera en sus piernas y rodearlo con sus brazos.

-Hm tendrás que explicármelo... –dijo de forma burlona para escuchar el famoso ruido del Microondas que acababa de anunciar que el alimento estaba listo.

Syusuke, no queriendo, se levanto de su cómoda posición para ir a la cocina y sacar la cena del aparato y servirlo en dos platos.

-Ven a cenar...-anuncio con esa característica sonrisa para ver a su novio acercarse, robarle un beso rápido y sentarse.

Syusuke, feliz, le imitó.

La cena paso entre risas y mimos de parte de cada uno, en realidad parecía que ambos se divertían mucho, se sentían tan bien el uno con el otro, tanto Tezuka como Syusuke se sentían en el paraíso.

La cena se termino mientras que Syusuke se levantaba a llevar los platos a la cocina, limpiarlos y arreglarlos mientras Tezuka, aferrado a querer ayudarle, levantaba lo que quedaba de la mesa, cuando se metió a la cocina, se quedo en el umbral de la puerta y se le quedo mirando.

Syusuke con la camisa arremangada en los brazos lavando los paltos, sonrió sutilmente para acercarse y abrazarlo por detrás besándole el oído, haciendo que el castaño de ojos azules se sobresaltara y se estremeciera de pies a cabeza.

El castaño menor, cerro el grifo del agua y se sacudió las manos, para tomar un trapo de por ahí y secarse ambas extremidades, aun sin ser soltado por el otro castaño que ahora estaba rozando con sus labios la parte de su nuca.

Syusuke sonrió.

-Me haces cosquillas... –dijo suavemente entre un estremecimiento.

-No pude evitarlo... te veías tan hermosamente tentador... –

El comentario hizo que el prodigio sonriera aun más abiertamente mientras que se recargaba en el pecho fuerte de su pareja, acariciándole las manos, disfrutando de ahora los besitos cortos y suaves en su cuello.

El Castaño mayor, al ver que su amante ya había terminado con hacer sus cosas, le giro para tomarle de las caderas fuertemente, acorralarlo contra la pared cercana y comenzar con un beso por demás apasionado, prácticamente Syusuke creía que quería devorarlo, y la verdad, le gustaba la idea.

Le rodeo el cuello con ambos brazos para dejar que Tezuka se acercara más a él y de forma inconsciente, las manos de ambos comenzaron a tomar vida propia dentro de la misma pasión y entrega que tenían, que sentían.

No se dieron cuenta, cuando comenzaron a caminar así de juntos por la casa, ni cuando la ropa desaparecía mientras avanzaban por la casa en busca de la habitación del prodigio, ni siquiera cuando cayeron en la cama de Syusuke ya desnudos, envueltos únicamente con las caricias del otro, sintiendo que todo el mundo desaparecía con el roce de sus pieles.

Toda la noche la pasaron así, debajo de las sabanas blancas de la cama del prodigio, desnudos, besándose, acariciándose, siendo uno tantas veces que terminaron exhaustos de tanta pasión para quedar abrazados el uno con el otro, aun sin ropa y con el calor del cuerpo ajeno.

-FIN DE FLASH BACK-

Se dejó caer hacia atrás en esa misma cama y acaricio con sus manos la tela de la colcha que adornaba su cama, la misma que tenia aquella vez que Tezuka paso toda la noche a su lado.

Sonrió suavemente.

-Es hora de seguir... –dijo levantando una mano y sacando su móvil del bolsillo para marcar un numero.

Esperando unos cuantos segundos, en la otra línea se escuchó una voz varonil, completamente gruesa, abrumadoramente seria que a él lo hizo sonreír, sabia que por más que quisiera, jamás lograría realmente odiarlo, simplemente que esta venganza era para hacer notar algunas cosas.

Solo eso...

-Buenas tardes Tezuka –saludó alegremente.

-Hola, Syusuke... me extraña que me llames...

-Pues no tanto, tengo que salir al centro comercial y tengo ganas de verte, me acompañas?

-Nos vemos ahí en veinte minutos, en la entrada sur.

-Como siempre tan directo... nos vemos ahí...- colgó sin más.

Tezuka, del otro lado de la línea se había quedado pensando, en realidad no le extrañaba que Syusuke le invitara a salir, en realidad eso pasaba muy a menudo desde que son una pareja, ya que él mismo no se atrevía a invitarlo por su propia cuenta.

El por que, jamás se lo ha cuestionado y mucho menos respondido, en realidad poco le importaba encontrar esa respuesta.

Se levantó de su escritorio, dejando el libro de Álgebra en la superficie de madera, se acercó lentamente a su armario, solo se colocaría una chamarra y una bufanda, ya que afuera hacia algo de frío, después de eso, se compondría el cabello y estaría listo.

Nada fuera de lo común, nada iría a pasar de especial.

Mientras que en la casa de los Fuji, Syusuke se estaba preparando, cambio completo de ropa, pantalones negros de vestir con una camisa de color hueso semiabierta del pecho con una chamarra de cuero negra también, una bufanda blanca y un par de guantes negros.

Al bajar a la sala y tomar sus llaves, su madre le detuvo.

-¿A dónde tan arreglado?

-Voy al centro comercial, quedé con alguien, ¿quieres que te traiga algo?

-No, solo que... puedes llevarte a Yuuta?- el semblante del ojiazul se aserio un poco para suspirar y después volver a sonreír.

-Dile que se de prisa que voy retrasado.-

Su madre sonrió complacida mientras que caminaba escaleras arriba, el castaño de la sonrisa eterna, se giró a ver la ventana cerca de la puerta, afuera parecía no hacer mucho frío, pero las cosas engañan.

Las apariencias son tan mentirosas, y eso lo descubriría con Tezuka, y cada día, cada momento, cada instante que pasaba con él, refutaba aquella idea, las apariencias, hasta las miradas suelen ser engañosas, o por lo menos eso fue lo que Tezuka le enseñara alguna vez.

-Aniki?

-Si, lo siento, estaba pensando... vamonos... –lo tomó de la muñeca y sonriente salió corriendo de la casa.

A pesar de los gritos de Yuuta por que se detuviera o mínimo bajara la velocidad, Syusuke parecía acelerar, estaba retrasado por diez minutos, gracias a que había esperado a que su hermano se arreglara, no iba muy formal el ojigris, pero su ropa no lo hacia ver menos atractivo de lo que era.

Traía un pantalón kaki, unos tenis cafés claro y una camiseta de color blanca, una chamarra kaki también y una bufanda blanca, con un par de guantes blancos también, la indumentaria hacia resaltar sus hermosos ojos grises a cualquiera que le viera.

Al llegar a la puerta sur, Syusuke se detuvo para ver hacia ambos lados, Tezuka al parecer no aparecía, y eso le extrañó, por mucho que Tezuka llegara tarde, jamás llegaría tanto, y siempre le esperaría a más tardar una media hora, era imposible, aunque se dio cuenta de algo.

Comenzaba a nevar.

Lo más común era que se hubiera metido ya, y así era, Tezuka se encontraba frente a un aparador mirando aparatos electrónicos y algunos aditamentos para Computadoras, con sus manos en los bolsillos, su porte elegante, era el centro de atención de varias personas, en especial de las chicas que pasaban y se iban o sonrojadas o completamente cuchicheando de lo guapo que era.

Agradecía que fuera tímidas al grado de no acercársele, o habría un homicidio con violencia.

Al llegar a su lado, le tomo del brazo y le hizo girar, Tezuka se le quedo mirando directamente a su rostro sonriente, y aunque sus ojos permanecían cerrados como era costumbre, sus ojos chocolate, lograban ver más allá a través de sus lentes, podía ver aquel enojo, aquella ira.

Cuando iba a decir una sola palabra, otra voz se le interpuso, distrayéndole.

-Buenas tardes, Tezuka-san.

-Buenas tardes Yuuta –

Saludando cortésmente al hermano menor de su pareja, cerró los ojos y giró de nuevo a la vitrina sintiendo un pequeño jalón de parte de Syusuke que ahora traía los ojos abiertos en forma de suplica, y después de un instante de perderse en esos océanos, se dirigieron a caminar por el lugar.

Vitrinas de todo, peluches, dulces, aparatos, ropa, maquillaje... había de todo, y todo eso los iba deleitando tan suavemente que les hacia sentir la estancia placentera, por lo menos a Syusuke así le parecía, estaba con las dos personas que más adoraba en este mundo, y se sentía en el paraíso.

Al grado que estaba olvidando su pequeño plan.

El juego de Syusuke consistía en un estira y afloja, algo nuevo para la relación que tenia con Tezuka, digamos que hacer un circulo vicioso de donde ninguno de los dos pudiera escapar, claro que estaba arriesgando mucho, pero sabia que ganaría mucho.

Conocía a Tezuka lo suficiente como para hacerlo caer en su juego, de hecho, en esta primera vuelta del circulo, el castaño de lentes había caído perfectamente, tanto que le asustaba que todo se estuviera haciendo como eran sus deseos, era escalofriantemente perfecto.

Aun con la presencia de Yuuta.

Pasaron a la cafetería y los tres se sentaron en una mesa algo retirada, Yuuta enfrente de la feliz pareja, sin siquiera saber que estaban juntos de otra forma que no fueran jugadores del mismo equipo, aunque en la actitud de su hermano se notaba algo extraño.

Algo... algo sentía, una especie de angustia que le incomodaba, le hacia sentirse... vació.

Ignorando completamente este sentir, se concentró en beber su café con leche caliente y a comer delicadamente un cuerno de dulce que se le había encargado, Syusuke por su parte comía una concha y Tezuka una dona de chocolate.

El pequeño aperitivo dulce y caliente para el ambiente, le hizo tener a Tezuka una gran idea: Ir al Cine.

Este se encontraba hasta la parte alta de la plaza comercial, así que incitó a ambos a subir, tenia que ir al cine con ellos dos, seria perfecto, aunque cada vez estaba mucho mejor.

Al llegar a la planta alta, en la fila de boletos, se encontraban Eiji y Oishi, estaban esperando su turno para pedir los boletos, seguramente tenían una cita, una de esas tantas que Eiji le contaba a Syusuke en sus noches de secreto, escondidos debajo de la cama del prodigio.

Esas que siempre terminaban siendo el deleite de el castaño de ojos azules, ya que terminaba asustando al pobre pelirrojo, tanto que tenia que arrullarlo para que lograra dormir.

-Syu-chan!- Gritó el pelirrojo para mover su mano mientras que advertía a su compañero de los demás.

-Hola Eiji, Hola Oishi, ¿qué película verán?

-Hola Fuji... –saludó el ojiverde y después dio una mirada de soslayo hacia Tezuka, desviándola de inmediato, cosa que no pasó desapercibida del chico de lentes.

-Veremos una de terror... buajajajaja

-Entonces entraremos con ustedes... –Syusuke sonrió haciendo que tanto Tezuka como Eiji le vieran realmente asustados.

Si bien conocían los raros y extraños gustos del castaño, no querían experimentarlos en carne propia, aunque Yuuta solo cerró los ojos y Oishi suspiro con nerviosismo.

Las entradas se compraron, los cinco entraron a la sala tranquilamente, o por lo menos eso intentaba Oishi al calmar a Eiji que estaba saltando de un lado a otro, Yuuta solo los miraba y no pudo reprimir una sonrisa suave, tanto que no se notó, nadie la vio, Syusuke iba de la mano con Tezuka discretamente.

Se sentaron en la parte media de la sala, donde la pantalla enorme se veía mejor.

El rodaje comenzó, de entre saltos y gritos ahogados de Eiji, gemidos de dolor de Oishi por que el pelirrojo se aferraba a él, Tezuka saltando de vez en cuando y Syusuke sonriendo tranquilamente, Yuuta comiendo con calma sus refrigerios.

Definitivamente había sido una película para olvidar de inmediato, palabras de Eiji justo después de salir de la sala, Oishi sonrió ante el comentario mientras abrazaba a su pelirrojo hiperactivo y lo calmaba, Tezuka suspiraba suavemente, ya que el final no fue muy alentador mientras que Syusuke estaba platicando con Yuuta acerca de la película, ninguno de los dos se veía afectado en lo más mínimo.

-Yo no sé como soportas los gustos de tu Aniki!

-Ya es costumbre... –dijo con desgano Yuuta mientras terminaba con unas cuantas palomitas de mantequilla.

-Yo no me puedo acostumbrar y eso que cada fi9n de semana voy!

-Calma Eiji, que eso no fue nada, apuesto que la segunda parte que le saquen será mucho mejor... –aseguró Syusuke, ganándose las miradas de Tezuka, Eiji y Oishi, mientras Yuuta caminaba hacia el barandal.

El ojigris se asomo cuidadosamente, apoyándose en el enorme tubo de aluminio, parecía que el panorama de abajo le llamaba la atención, y es que había un hermoso osito de peluche del color de sus ojos con tonalidades moradas, las cuales le hicieron recordar completamente a su entrenador: Hajime Mizuki.

Sonrió de nuevo suavemente, imperceptiblemente cuando de pronto, sintió un peso detrás de él, haciendo que sus manos se resbalaran del barandal y su cuerpo se deslizara por el metálico tubo no logrando detenerse hasta que la loseta de la plata baja lo hizo de la forma brusca.

-¡¡YUUTAA!!

El grito se extendió por toda la plaza principal, unos ojos azul océano se asomaban por el barandal hacia abajo, siguiendo la ruta que el castaño de ojos grises siguiera en su caída, viendo la escena más tétrica de toda su vida, y la peor... la que jamás nunca podría disfrutar.

Su hermano, su pequeño hermano estaba tendido sobre la loseta blanca y pulida en un charco enorme de sangre, no se movía, y la gente no se acercaba, su corazón estaba destrozado al igual que el rostro del que fuera su hermano menor.

Oishi estaba tratando de jalar a Tezuka que se había resbalado con el suelo, chocado con una señora que le hizo empujar al mismo tiempo a Yuuta, al intentar alcanzarlo también se había resbalado pero se sostuvo por el cristal que quedaba semiabierto.

El pelirrojo estaba con los ojos abiertos, no podía creerlo y corrió detrás de Syusuke, intentando calmarlo y calmarse a si mismo, las escaleras de caracol eran eternas o eso creyeron sus ojos azules profundos y al llegar al final, corrió detrás de su mejor amigo.

Syusuke solo logro llegar corriendo a tomar el cuerpo de Yuuta, no tenia pulso, no tenia respiración y su cuerpo estaba comenzando a ponerse frío, la frente estaba destrizada por el mármol y sangraba mucho.

Eiji al ver la escena, solo logro desviar la mirada y taparse la boca en son de asco y de repulsión, después cayo de rodillas e intentó acercarse a gatas.

-NO LO TOQUES!

La voz desencajada de Syusuke le hizo retroceder asustado y se tapo los oídos, sus ojos se abrieron de par a par, y aunque sus lagrimas corrían libremente, no se escuchaban gemidos de su garganta.

Oishi y Tezuka llegaron corriendo, el primero tomo al pelirrojo entre sus manos y lo abrazo, no encontró resistencia pero tampoco aceptación, Eiji no quería reaccionar, Tezuka por su parte se acercó a Syusuke y recibiendo a los paramédicos que ya habían llegado, apartó al castaño de ojos azules a la fuerza ya que no quería que nadie tocara a su hermano.

Lo abrazó fuertemente y le beso los cabellos, el paramédico informó a donde lo iban a llevar, así que Tezuka sacó su teléfono móvil y llamó a la casa de Syusuke, dando la noticia sin muchos detalles e informó del paradero de Yuuta mientras que tomaba un taxi y se llevaba a Syusuke.

Oishi hizo lo mismo pero se llevo al pelirrojo a su casa.

Posted by Algodón de Azucar @ 2:49 PM

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